2013
El tratamiento
Cinco minutos más tarde, se levantaron del sillón y se sentaron otra vez a la mesa a comer unos duraznos que Lenin cortó en raras formas geométricas, como un matemático de las frutas del verano. Mientras comían desnudos, Inés miró el reloj del equipo de música y pensó que era extraño que sólo hubiera pasado una hora, si para ella habían pasado días desde que había entrado ahí. De alguna manera el tiempo había empezado a girar en todas las direcciones, acelerando y desacelerando las cosas desde que se habían conocido. Habían pasado sólo unos meses desde que se habían besado por primera vez en el bar donde las mozas tenían bigotes y había peces muertos en las paredes. Era muy poco tiempo para que todo lo que antes era la realidad hubiera pasado a ser un mundo extraño, en el que Inés repetía los rituales de la vida cotidiana ya sin la misma creencia, como si se hubiera roto ese hilo invisible que la unía a todas las cosas.
Creditos
Editado por Emecé, Buenos Aires.