Lola Arias (Argentina) es escritora, directora de teatro y cine. Es una artista polifacética cuyo trabajo reúne a personas de distintos orígenes (veteranos de guerra, refugiados, trabajadores del sexo, etc.) en proyectos de teatro, cine, literatura, música y artes visuales.
Las producciones de Arias desdibujan los límites entre realidad y ficción. Como escribe Etchells en Re-enacting Life (2019) "Sentados en el teatro, deambulando por un lugar específico o viendo una película, se nos inculca la narrativa de otros, herida en sus complejidades, alegrías y decepciones. Al mismo tiempo, también se nos invita y a veces se nos confronta, de manera extraordinaria y aguda, a reflexionar sobre las contingencias y fragilidades de nuestras propias historias, individuales y colectivas, así como sobre nuestra relación cambiante y no resuelta con la maquinaria precaria y peligrosa que es la historia social y política."
Arias estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y Dramaturgia en la Escuela de Artes Dramáticas (Buenos Aires) y participó en residencias de dramaturgos en el Royal Court Theatre (Londres) y Casa de América (Madrid). En 2014 realizó el taller Laboratorio de Cine en la Universidad Di Tella (Buenos Aires).
Entre 2001 y 2007, escribió y dirigió seis obras de ficción: The Squalid Family, Studies of Loving Memory, Poses for Sleeping, y la trilogía El amor es un francotirador, Revolver Dream y Striptease. Desde 2007, trabaja en el teatro documental, creando más de doce obras en colaboración con personas que han vivido diferentes acontecimientos y experiencias históricas.
Mi vida después (CTBA, Buenos Aires, 2009) se basa en las historias de vida de seis intérpretes que recrearon las vidas de sus padres durante la dictadura en Argentina. Familienbande (Münchner Kammerspiele, Múnich, 2009) trata de los modelos de conducta en una familia contemporánea con tres padres. That Enemy Within (HAU, Berlín, 2010) es un proyecto sobre la identidad realizado en colaboración con dos gemelos idénticos. El año que nací (Teatro a Mil, Santiago, 2012) se basa en las historias de personas nacidas durante la dictadura de Pinochet. Melancolía y manifestaciones (Wiener Festwochen, Viena, 2012) es una obra sobre la depresión de la madre de Arias. El arte de ganar dinero (Stadttheater Bremen, 2013) es una obra sobre la ficción y la compasión interpretada por mendigos, prostitutas y músicos callejeros de la ciudad de Bremen. Y El arte de llegar (Stadttheater Bremen, 2015) es una especie de tutorial que reflexiona sobre cómo empezar una nueva vida en otro país, utilizando el ejemplo de niños búlgaros que viven en Alemania.
Minefield (Royal Court Theatre, Londres, 2016), reúne a veteranos británicos y argentinos de la guerra de las Malvinas/Falkland para compartir sus experiencias sobre el conflicto y la vida desde entonces. Atlas del comunismo (Teatro Maxim-Gorki, Berlín, 2016) recoge las historias de mujeres de entre 8 y 84 años con orígenes en la Alemania del Este. What they want to hear (Münchner Kammerspiele, Múnich, 2018), es la reconstrucción del caso real de un arqueólogo sirio atrapado en la burocracia alemana durante años sin estatus legal. Futureland (Maxim-Gorki Theater, Berlín, 2019) es una pieza documental de ciencia ficción con menores no acompañados, adolescentes que escaparon de la guerra, la pobreza, la violencia y emigraron a Alemania por su cuenta. Ich bin nicht tot (Staatstheater Hannover y Theaterformen Festival, 2021) es una pieza en la que un grupo de personas mayores de sesenta y cinco años y sus cuidadores reflexionan sobre su papel secundario en la sociedad pandémica actual. Lengua Madre es una enciclopedia sobre la reproducción en el siglo XXI, creada a partir de diferentes historias cruzadas por la maternidad, representada por varias comunidades en Bolonia, Madrid y Berlín. En Happy Nights (Theater Bremen, 2023) se invita al público a entrar en habitaciones inmersivas, a conocer a bailarinas y trabajadoras del sexo y a reflexionar con ellas sobre nuestras relaciones con el sexo, el dinero, la lujuria y el dolor.
Su primer largometraje Teatro de guerra (2018) fue seleccionado para el Foro 68th del Festival de Cine de la Berlinale y recibió varios premios, entre ellos el CICAE Art Cinema Award, el Premio del Jurado Ecuménico, el Premio al Mejor Director en el 20th Festival BAFICI, el Premio Movistar+ a la Mejor Película Documental en Documenta Madrid y el Premio Cóndor de Plata al Mejor Guion Adaptado. Arias también ha creado el cortometraje Far Away from Russia (2021), encargado por el Festival Internacional de Manchester.
Su segundo largometraje, Reas (2024), se estrenó en el 74º Foro del Festival de Cine Berlinale y ganó el premio de Mejor Documental en el Festival de Cine de Luxemburgo. La película reúne historias de mujeres cis y personas trans que han estado en prisión, en una reinvención del género musical en formato documental, mezclando las historias y experiencias personales de las ex reclusas con música y coreografías.
En el campo de las artes visuales y el comisariado, desarrolló Mis documentos, un ciclo de conferencias-performance en el que artistas de diferentes procedencias presentan investigaciones personales. También concibió la performance de larga duración Audición para una manifestación, una audición espontánea para la recreación de una demostración que tuvo lugar en el pasado. Creó la exposición Stunt Double (Buenos Aires, 2016), en la que cuatro instalaciones diferentes reconstruían los últimos 40 años de la historia social y política argentina a través de recreaciones, entrevistas y canciones de protesta; y Formas de caminar con un libro en la mano (Buenos Aires, 2017), un proyecto site-specific para lectores en bibliotecas y espacios públicos.
Con Ulises Conti publicó los álbumes Love is a Sniper (2007) y Lo que no duermen (2011), y con Stefan Kaegi desarrolló los proyectos Chácara Paraíso (2007), Airport Kids (2008) y Ciudades Paralelas (2010), un festival de intervenciones urbanas en Berlín, Buenos Aires, Varsovia, Zúrich y otras ciudades.
Ha publicado poesía, ficción y obras de teatro: El amor es un francotirador (2007, Entropía), Los postnucleares (2011, Emecé), Mi vida después y otras obras de teatro (2016, Penguin Random House) y una edición bilingüe de su obra Minefield (2017, Oberon Books). En 2019, Performance Research Studies publicó Re-enacting Life, un libro que reúne artículos, obras de teatro y documentos de su carrera.
Lola Arias ha recibido prestigiosos galardones (Premio Konex 2014, Preis der Autoren 2018, International Ibsen Award 2024), sus películas se han exhibido en festivales internacionales de cine como Berlinale, San Sebastián y BFI, y su obra teatral se ha representado en festivales como Festival d'Avignon; Lift Festival, Londres; Under the Radar, NY; Theater Spektakel, Zúrich; Wiener Festwochen; Festival Theaterformen; Spielart Festival, Múnich, y en salas como Théâtre de la Ville, París; Redcat, LA, Walker Art Centre, Minneapolis; Parque de la Memoria, Buenos Aires; Museum of Contemporary Art Chicago, y Moma Musem, NY.
EVENTOS PARA LA CEREMONIA DEL INTERNATIONAL IBSEN AWARD
REAS
10 de octubre de 2024
MIRAGE Film Festival, Oslo, Noruega
LOS DÍAS AFUERA / THE DAYS OUT THERE
12 de octubre de 2024
dos espectáculos
National Theatret, Hovedscenen, Oslo, Noruega
PANEL TALK
12 de octubre de 2024
Publikumsfoajéen, Johanne Dybwads plass 1, Oslo, Noruega
CEREMONIA DEL INTERNATIONAL IBSEN AWARD
13 de octubre de 2024
National Theatret, Hovedscenen, Oslo, Noruega
DISCURSO DE LOLA ARIAS DURANTE LA CEREMONIA DEL INTERNATIONAL IBSEN AWARD
13 DE OCTUBRE 2024
NATIONALTHEATRET, OSLO, NORUEGA
Estoy muy feliz de estar en Oslo recibiendo este premio. Gracias al jurado del Premio Ibsen por haber puesto el foco en una mujer que viene de Argentina en este momento en que el gobierno de extrema derecha de Javier Milei se empeña en destruir la educación, la salud pública, la industria nacional, el arte y las instituciones culturales, y empuja a miles de personas a vivir debajo de la línea de pobreza.
Tengo que decir que este premio me llegó en el momento en que trataba de hacer el proyecto más difícil de mi carrera, y que me dio fuerza y esperanza. Y me dejó pensando por qué me pasé la vida en esta profesión tan rara.
Yo crecí en el microcentro de Buenos Aires, en un edificio de oficinas. En ese barrio no había niñxs ni árboles para trepar. En el quinto piso de la calle San Martin, hacíamos teatro con mi hermana menor para un exclusivo público de dos: madre y padre. A los dieciséis años, una amiga con la que teníamos una banda de música me preguntó si no quería ir a estudiar teatro. Y yo fui por casualidad, siguiéndola. Ella abandonó en seguida. Yo nunca dejé.
La primera obra que escribí y dirigí se llamaba La escuálida familia y se estrenó en el teatro de la Universidad de Buenos Aires. Como los techos tenían filtraciones, comenzó a llover en el escenario y en la platea, donde estaban los espectadores. Luego, la primera crítica de mi obra dijo: “Algo extraordinario sucedió en el Centro Cultural Rojas, llovía adentro del escenario”. Esa primera crítica me enseñó que el teatro es lo que ocurre aquí y ahora, y por eso es imposible que sea impermeable al afuera, a lo real. Desde entonces mi teatro de ficción se fue contaminado de realidad.
Después de varias obras de ficción, en 2009 escribí y dirigí Mi vida después, mi primera obra de no ficción con personas de mi generación, que reconstruían la dictadura militar argentina de 1976 a partir de un archivo personal. Desde entonces escribí y dirigí muchas otras protagonizadas por veteranos de guerra, personas criadas en la RDA, jóvenes refugiados, personas mayores y sus cuidadores, personas que luchan por tener o no tener hijxs, trabajadores sexuales, personas que estuvieron en la cárcel. Y en cada uno de esos proyectos fui descubriendo que el teatro era la posibilidad de entrar en vidas ajenas, de reconstruir el pasado y reformular el futuro, de encontrar formas diferentes de pensar preguntas para los que no tenía respuesta.
El teatro fue ese territorio inventado donde antiguos enemigos de guerra, personas que apoyaron o lucharon contra la RDA, hijos de represores o víctimas de la dictadura argentina, podían confrontar sus historias y convivir en el disenso. Quizás el teatro es esa caja de resonancia donde se puede oir lo que es difícil escuchar en el mundo real. Recuerdo que en Atlas del comunismo, Salomea, que había espiado para la Stasi, y Jana, que había estado presa por componer canciones punk, se confrontaban hasta que ambas se sacaban los audífonos: una había perdido el oído de tanto escuchar conversaciones ajenas, la otra, de escuchar tanto punk.
Después de años de trabajar sobre vidas ajenas, creo que el desafío más grande es el de aprender a escuchar, tomarse tiempo para recibir las palabras que quiero oir y las que no, dejar que lleguen imágenes que nunca habría podido imaginar desde mi escritorio. Y dejar que todas esas voces hablen a través de mí, ser el canal, la medium. La escritora bielorrusa Svletana Alexievich dice que es una escritora oreja. Me siento muy cerca de eso.
Dirigir es mirar y escuchar. Parece simple pero lleva mucho trabajo. Mirar de verdad y que las personas sobre el escenario se dejen mirar, se abran ante tus ojos como un libro que vas leyendo de a poco. No hay ningún método salvo pasar tiempo juntxs, porque el tiempo es la moneda de cambio de la confianza. A veces, en la sala de ensayo, tengo la sensación de que voy desapareciendo en el interior de otras personas, porque de tanto mirarlas y escucharlas me convierto en ellas. Todos los recuerdos que me contaron, incluso los que no fueron parte del texto final, están en mí. Dicen que tengo mala memoria y me olvido de las cosas. Quizá sea que cargo con muchos recuerdos ajenos.
Cuando me fui moviendo de la ficción a la no ficción, muchas veces me dijeron que lo que yo hacía no era teatro, porque no trabajaba con actores profesionales, o que yo no era dramaturga porque simplemente editaba testimonios ajenos. Quizás fui yo misma la que creó la ilusión de que estas obras no son literatura sino pedazos de vida. Pero lamento romper el hechizo: cada palabra ha sido escrita y reescrita durante horas; cada silencio y gesto de lxs protagonistas ha sido ensayado hasta el hartazgo.
Se dice que el teatro es un arte vivo, pero yo diría también que es un arte que muere. De cada una de estas obras quedarán más tarde algunos documentos, pero nada de lo que realmente ocurrió en la escena. Quizás es por eso que hago obras sobre personas vivas, y las obras se van reescribiendo con los años. Me gusta pensar que mis obras no viven para la posteridad sino que maduran, envejecen y mueren, como sus protagonistas.
A veces pienso que mis obras están llenas de fantasmas porque en ellas viven todxs lxs caídxs en la guerra, las personas que murieron en la cárcel, lxs que naufragaron cruzando el mediterraneo, las travestis asesinadas, los padres y madres desaparecidxs… Y esos fantasmas nos dan la mano en la oscuridad y permiten que los invoquemos. Recuerdo que Marcelo Vallejo, uno de los protagonistas de Campo Minado, llevaba puesta una remera con la foto de su amigo Sergio, muerto a su lado durante la guerra. A él le dedicaba cada una de las representaciones. Quizás el teatro sea también un ritual para encontrarse con nuestrxs muertxs.
Muchas veces me preguntan: pero ¿qué pasa con lxs protagonistas de tus obras cuando la obra se termina? La vida ya no es la misma: han reescrito la historia de sus vidas y la han compartido con el mundo. Han creado una distancia que les ha permitido verse desde afuera. Pero la vida sigue. ¿Y qué vendrá? Todas mis obras reconstruyen el pasado, pero en realidad se preguntan por el futuro. Poder imaginar el futuro es un privilegio de los que no tienen el desafío de sobrevivir cada día. Quizás estas obras sean un intento de imaginar futuros posibles.
Me encantaría que esta noche estuvieran conmigo lxs 108 protagonistas de todas mis obras, porque ellxs me fueron enseñando a pensar desde perspectivas nuevas. Pero afortunadamente me acompañan lxs 6 protagonistas de Los días afuera.
Y quiero terminar agradeciendo especialmente a las siete mujeres productoras, dramaturgistas e investigadoras que sostienen mi trabajo desde hace muchos años, y que son las que hacen el trabajo más duro y más invisible: Sofia Medici, Luz Algranti, Lucila Piffer, Laura Nicolas, Bibiana Mendes, Mara Martínez, Gema Juarez Allen. Son ellas las que me ayudan a pensar, a crear, a hacer posible. Y por supuesto a todxs lxs artistas que acompañaron mi trabajo: escenógrafxs, musiquxs, iluminadorxs y demás que componen cada obra conmigo. Quiero invitarles a ellas, lxs performers y mi equipo a que suban al escenario. Y quisiera invitar a mi pareja Alan, que me apoya con su amor desde hace muchos años y me hace devoluciones de todo lo que hago (incluso de este mismo discurso que estoy leyendo) y a nuestro hijo Remo, que me enseñó a ser madre sin dejar de ser artista. Y a mi hermana Lucía, que es mi cómplice desde el inicio de esta aventura de vivir.
Ahora se puede ver que detrás de mi nombre hay muchas personas. Porque al final el teatro es una manera un poco rebuscada de expandir la familia. Y de pasar el tiempo con personas imaginando cosas en un lugar sin ventanas.
Lola Arias
Oslo, 13 de octubre de 2024
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Título
CATEGORía
Estreno / Edición
Fecha
Gorki Theater, Berlin, Alemania